Los premios institucionales, que concretizan en un vecino, suelen estar viciados por partidismo o interés político parcial. Que el equipo de gobierno Municipal de San Sebastián de los Reyes -o de Madrid, para quien no de vigencia al restablecimiento monárquico del nombre de la ciudad, restaurado por una ocupación golpista de la misma el 28 de Marzo de 1939- haya elaborado una lista de significantes ciudadanos de la ciudad, solo es un ejercicio propagandístico.
Primeramente porque no se cumplen 30 años de consistorios democráticos, sino 78 años, porque ellos datan de 1931 y las primeras elecciones abiertas y libres, del caciquismo y del orden del estado dictatorial de la restauración Alfonsina. No es la constitución de 1978 el comienzo, sino la de 1931 de la II Republica Española.
Con lo que Adolfo Conde, no ostenta el nombre de primer alcalde democrático de San Sebastián de los Reyes. Mal empieza las motivaciones de los nombramientos. En cuanto a Pepa Aguado, está claro que posee un insigne apellido derechista de esta villa. Es descendiente de familia tradicional y terciada históricamente al ámbito católico y de iglesia del pueblo.
Ser mujer, no es un elemento de premio, cuando su ideología propia, niega el derecho de ella a su autodeterminación del patriarcado establecido. Nombrar a Ortega Cano insigne convecino, es un ejercicio intelectual heroico, a no ser que volvamos a los valores anti-machadianos de la España del viva las caenas, de Frascuelo, lagartijo, las castañuelas, la peineta y los curas de puñal, trabuco y carlistada. Un torero es un carnicero con espectáculo popular, nada más y su actividad un lucro, de terratenientes ganaderos y empresarios de plazas y arena.
En cuanto a Martin Perdiguero, un obrero de la cadena y el manillar, de la bici, su galardón es “cohecho” de ejecutivo, siendo parte del gobernante y no del gobernado, con lo que su subjetividad puede ser puesta en entredicho por el carné de partido que ostenta.
Dejo mis últimos párrafos de letras para Pepe Viyuela, amigo y trabajador del verso, la sonrisa y la interpretación. Su mención parte de la ciudadanía, con el reconocimiento popular, impuesto desde abajo por el pueblo, registra más que al artista que Pepe lleva dentro, al ciudadano comprometido con lo social y la ciudad. No hacía falta titulo de institución para Pepe, porque ya le tenía sin firma de alcaldía, entregado por el calor humano de los vecinos que le entregan en lo cotidiano de la convivencia diaria.
Eduardo Andradas.
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