Mi ventana portaba una bandera republicana, con esa franja morada que perdió en las llanuras de Villalar. Y un grupete de camada negra, usando el viento de la victoria de la Selección española en el mundial, amenazo dicha enseña y profirió amenazantes gritos en su contra.
Usando las sombras que da la luz, de un partido ganado con juego bonito de medio el campo y con las piernas hábiles y técnicas de Iniesta, el fascio y la monarquía, manipulan el primer puesto del equipo de futbol del estado, en beneficio de sus intereses, los primeros de su nuevo orden de división azul callejera, los segundos asegurando su renta subvencionada.
Un familiar tuvo que retirar la tricolor por miedo, al impacto de objetos en el cristal o quien sabe que continuación de violencia. Comprobamos que aquí las celebraciones las organizan bajo su mandato de dictadura, bandas inflamadas de TDT de 18 de Julio y micrófonos de yugos y flechas.
A partir de ahora los goles o los encestes de canasta, con vuvuzuelas de Falange y aplauso de cortesano. Madrid es una tiranía de una minoría parda, que habla mayoritariamente en los supuestos medios informantes. O despertamos o el próximo gol será a la exigua democracia que queda.
Eduardo Andradas
Cultura Indigente
